jueves, 23 de septiembre de 2010

Nosotros, una pandilla de conocidos de toda la vida, solo estábamos a la espera de esa hora pico, para empezar la fiesta que tiene sus raíces más allá del tiempo y el espacio, una lucha de poderes empezada en el cielo, desde antes la creación pudiera ser, en ese momento lo único que nos  interesaba, era el poder echarle fuego al chirivisco y quemar cohetes y recoger los que las ametralladoras de cohetillos, no habían podido explotar, era una fiesta de luces, estruendo y el crepitar de las ramas secas y los famosos canchinflines.
Mi país Guatemala, es muy fiel a sus tradiciones y costumbres y aún más éste día de la quema del Diablo, pues ha visto muy de cerca los descalabros y abusos que ha tenido la historia misma, por eso considera imprescindible este día para hacer la lucha, no física sino espiritual de atacar y contraatacar el mal que pareciera que siempre hace de las suyas, pero al final siempre vence el bien.
En Guatemala, se han librado muchas cosas, entre ellas la desfortalecida y enloquecida ambición de poder, de todas las tribus mayas, que estando debilitadas por sus constantes luchas, fueron conquistadas por una nación extranjera, que venía con los mismos o peores niveles de ambición de poder, riqueza y gloria

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